Cuentan las leyendas que, cuando las cosas se ponen feas y la guerra asola al mundo; cuando parece que la única salida es morir luchando; si rezas lo suficiente, Aecen aparece.
Los soldados lo conocen como el Dios de la Guerra en contraposición a Icitzy, la diosa central del Rydr, que es conocida como la Diosa de la Paz. Los clérigos, sin embargo, no creen que ambas figuras estén enfrentadas, y las antiguas escrituras aseguran que ambos dioses lucharon juntos en la Gran Guerra, la que dio origen a los tres reinos. Desde su fe aseguran que si Aecen aparece en la batalla es para llevar a cabo la voluntad de Icitzy. Llega en la guerra, pero lo hace para hacer retornar la paz, por eso elige la causa más justa y lucha en su favor. Estos sacerdotes prefieren el sobrenombre de: Caballero de la Diosa.
Se dice que cuando la contienda está en su punto álgido, Aecen hace acto de presencia. Al contrario que Icitzy, de la que apenas hay pruebas de su existencia más allá de los actos acaecidos en La Voz de la Diosa, el dios desciende a la tierra espada en mano y lucha en favor de uno de los bandos. Los testigos hablan de un guerrero inigualable que recorre el campo de batalla con la fuerza de diez hombres y la velocidad del viento. Hablan de unos ojos rojos que parecen proceder del más allá y de una brillante y legendaria hoja del mismo color, Varentia, que no puede ser empuñada por ningún hombre cuerdo, pues sus sinuosas formas podrían acabar con la vida de su portador.
Aunque no hace acto de presencia en tiempos de paz, es común ver estatuas de Aecen a lo largo y ancho de Thoran. Suele representarse en solitario en zonas de guerra, aunque lo habitual es ver su efigie acompañando a la de Icitzy. Ambos son los grandes representantes del Rydr y el centro de la fe en los tres reinos.
La mitología y la religión tienen una importancia enorme en la historia tratada en La Vida Sin Fin que ha dado pie a múltiples teorías entre sus lectores. ¿Cuál es la tuya?
Jorge Gonex 